Si me acompañas

Ahora estoy leyendo La Divina Comedia, ya sabes, de Dante Alighieri, si te apetece, me acompañas.

lunes, 20 de febrero de 2023

Talla Dalh

 Hace años, no recuerdo qué edad tenía, solía,  las mañanas de los sábados, supongo que durante el desayuno, ver la televisión; en el programa que echaban en la 1, solo había dos canales (¡dios, qué vieja soy!) vi un montón de cine en blanco y negro, recuerdo especialmente El hombre que hacía milagros y todas las de Capra. Y a la familia Adams. Un día pusieron una película que me impactó por sus colores, por la humildad del niño protagonista, por la locura… pero desconocía a su autor y su director, no es una cosa que una niña pregunte al ver una película.

Ya en la adolescencia, un día hablando con un compañero de clase, al que le encantaba el cine, tanto o más que a mí, me vino a la cabeza que si tanto sabía, tal vez…  No pude creerlo cuando al describir un par de fotogramas de aquella película de infancia, él dijo: “Willy Wonka y la fábrica de Chocolate”. No se trataba de la  de Burton y Depp, sino a la anterior, la de Stuart y Gene Wilder, del año 71.
Yo ya amaba hacía mucho a Roald Dalh, pero no había leído su fábrica de chocolate. Lo leí y vi la película, pues Fede no solo sabía de qué se trataba, sino que tenía la cinta (¡una cinta de video Beta!!!). A partir de ese día, leí todo lo que me quedaba por leer o releí todo lo que pude. El melocotón gigante, las brujas, Matilda, Jorge y su medicina, Dani,  los cuentos completos...
Creo que leer a Dalh te hace mejor persona. Creo que es un maestro del contar que no pierde el humor, que describe personajes y espacios, sentires y dolores con sensibilidad y juego; crea atmósferas y estados anímicos donde querrías quedarte a vivir. Creo que los raros nos sentimos siempre en casa con Dalh.
Creo además que, por ejemplo, Harry Potter no sería sino hubieran existido antes los personajes de Dalh, desde Charlie a Matilda.
Creo que no hay que cambiar una coma al maestro de la infancia, que no va del lenguaje políticamente correcto, ni de recortar aquí y allá como quién acorta un vestido. Si Roald Dalh nos viene grande es que nos hemos hecho muy pequeños en sensibilidad, comprensión e inocencia.

 


 

A propósito de la censura de los libros de Dalh.

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