Ella corre, se gira y envía un whatsapp o, tal vez, mire la hora porque llega tarde a casa.
Se buscan, se miran de lejos.
Él sonríe y agita la mano. Le envía un beso.
Ella sigue calle arriba. Caminando de espaldas.
Él se espera en la esquina de Bertrán con Balmes.
Ella sigue caminando a trompicones. Acelera. Para. Se gira. Le sonríe de nuevo.
16 años, más o menos, tienen los dos, pienso. Y él la mira.
Gira la esquina y desaparece.
A ella ya no la veo. Entró en su portal.
200 números tiene la calle Bertrán.
200 números de separación, o casi.
200 adioseshastamañanatequiero.
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