Me muevo en diferentes estados,
emociones, fluires y agradezco cada uno de ellos.
Me siento en paz.
Intento un tanto por ciento de
normalidad, para poder sostener; y un tanto por ciento de
sensibilidad, porque soy humana.
Intento no juzgarme ni juzgar como cada
una vive este momento, porque a cada una le tocó lo que necesita...
por citar algún ejemplo, tengo una amiga que viviendo en piso compartido, le pilló sola la
situación; otra, en la India..., hay quien está insomne, y quien
duerme como un lirón.
Por mi parte, duermo muchíiiiisimo, me
levanto tarde. Aunque, a veces, también me da por madrugar.
Y cada día tiene cosas diferentes, no
soy muy de rutinas. Ni antes ni ahora. Hay días que desayuno largo y
tendido mientras miro por la ventana. Otros, mientras charlo con mis
compañeras. Otros, desayuno y trabajo a la vez.
Y así, con la escritura, los quehaceres de la casa,
las sesiones de acompañamiento literario, las siestas, las
meditaciones … cada día tene su ritmo, su afán, su inquietud, y
su calma.
Siento que febrero y marzo me
anticiparon lo que ocurre ahora. Transité el miedo, profundo; hice
limpieza de cosas que aún tenía en la casa de mi infancia y también
hice ayuno, limpieza en la alimentación. Gracias a una ruptura
sentimental me despedí de muchas personas, amigos de facebook,
grupos en las redes... y toqué emociones y sentires que buscaba hace
tiempo (El amor perfecto del que habla San Francisco de Asís
y que durante años me tenía reflexionando).
Encuentro herramientas maravillosas
para caminar en este momento:
El libro que una amiga puso en mis
manos “El arte de bendecir”, la dedicación como coach que me da
oportunidades maravillosas, las meditaciones sin tiempo y con ganas
(no diarias), el sol,
el agradecimiento, que es mucho, las
personas tan cerca en lo físico como en lo artístico como en lo
espiritual, mi familia, mis compañeras generosas...
Un pasito más... atenta estoy a
acciones y situaciones. A la palabra. Al sentir propio. No a lo que
debería sentir, sino a lo que siento.
Me sienta bien el silencio y la nada y,
sin embargo, a veces me puede la inquietud del no hacer, de los
“debería” o el llenarme de ruido, en cualquiera de sus formas.
Ganas de pasar de lo teórico a la
experiencia. Ganas de aprender. Aprender a amar y a agradecer.
Aprender sin más. Amar sin más. Agradecer. De la conciencia teórica a la vivencial...
...En ello ando.
Me acercas con tus sentires cotidianos a tí y me reflejo en muchos de ellos! Gracias por escribir y compartir! Bendiciones para el corazón de todos! sintamonos siendo y vivamos vivos! Y sigamoooos aprendiendo ������
ResponderEliminarClaro, Gota, ¡vivitos y coleando!
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