Si me acompañas

Ahora estoy leyendo La Divina Comedia, ya sabes, de Dante Alighieri, si te apetece, me acompañas.

lunes, 13 de abril de 2020

Dos personas

Dos personas diferentes me envían dos fotos diferentes de hace tiempo. Una de hace unos 11 años, en invierno, no sabría decir el mes; la otra de hace dos años por estas fechas.
En la primera, somos un grupo, familia y parejas, delante de un bar en Barcelona, cerca de correos donde hacían un Spritz buenísimo. Visto de negro, y llevo una bufanda blanca y verde que me regaló un amigo y que me encantaba, por el camino perdí los dos, la bufanda y el amigo.
En la otra, estoy en Madrid, sonriendo, vestida de rojo, junto a Elisabet.

Elisabet y yo nos conocemos de hace mucho, siento que hemos vivido dentro de esta misma vida, unas cuantas, y hemos compartido las últimas. En estos últimos tiempos, los más recientes, quedamos por la mañana para escribir, ella en su casa y yo en la mía, nos saludamos y nos ponemos a ello. No nos contamos qué escribimos ni cómo va la mañana, ni siquiera cuando acabamos; a veces, a lo mejor, a media tarde, un mensaje... pero solo a veces. Compartimos la intención y la acción de escribir, eso es lo que sabemos, lo que parece. Y, sin embargo, hay más, eso es la superficie. Luego, está lo que no sé nombrar. Reconozco una sensibilidad común, unos ritmos similares, el campo en el que ocurre, las preguntas que nos hacemos... y aún siento que nado cerca de la orilla, que hay más profundidad. Voy más allá. Allá en lo profundo, no en la distancia. En lo profundo de las letras, de la intención, en los planos, en los cuerpos, en la vida...

Últimamente se me desdobla la realidad, lo que parece y lo que es, a veces, se podría confundir, ambas son verosímiles, como una persona y su reflejo. Solo en la orilla nado. Hay más. Es posible que incluso lo que ocurra es que "hay menos". La austeridad me resulta amable, del verbo "amar". De momento, acaricio lo que creo que hay.
Y escribo.

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