Empecé a buscar el sentido, mi sentido, el lugar en el mundo
que ocupo, lo que soy o creo ser, el motor primero, la esencia, el origen, lo
he llamado de tantas maneras…
Un día descubrí en mí la pasión por la palabra. Ella me
buscaba a mí, tanto como yo a ella. Ese era mi material, de lo que estaba
hecha.
Otro, sorprendida, descubrí que en la naturaleza me fundía
con la paz, que en el bullicio urbano mi corazón se ensanchaba; que entendía
un poco más a mi espíritu con el arte, que se apaciguaba, se alegraba en el encuentro.
Aprendí que cuando no tenía lugar donde ir, cuando el vacío
era tan grande y la intemperie tan fría, solo en el silencio podía encontrar la
paz.
Y el silencio me llevó a la tradición que había abrazado en
un tiempo con la misma vehemencia que rechazado en otro.
Y ahí con la palabra,
el arte,
el silencio y
el abrazo
encontré el altavoz de mi alma.
el arte,
el silencio y
el abrazo
encontré el altavoz de mi alma.
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