El árbol de la vida es un mapa, pero no es el territorio; un libro de instrucciones de una realidad más profunda.
Las letras del alfabeto hebreo son partes de ese mapa. Ellas construyen miles de trayectorias posibles, puentes, interrelaciones que tienen como telón de fondo la seguridad de conectarse, porque vienen y van al mismo punto, son la misma cosa. La unidad.
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