Jueves 1 de
agosto, en realidad
W es en realidad M,
pero decidimos, él y yo, llamarle así por su parecido a cierta W
–neurótico, hipocondríaco, inteligente y sensible, de los 4 adjetivos: él se ha
dedicado sólo dos; los otros los pago yo- .
Bien, W me descubre
el concepto MacGuffin. Es un elemento dentro de la ficción que sirve como
leitmotiv, como guiño recurrente y puede hacer de detonante para que la
historia vaya hacia delante o tenga un punto claro de partida aunque luego se
pierda por el camino y, suele ser tan irrelevante, que nadie se dará apenas
cuenta.
Hay miles de
Macguffins en el cine, Rosebud de Ciudadano Kane o la maleta de Pulp
Fiction son ejemplos de ello.
Nuestro Macguffin de
hoy serán dos piñas coladas. Las pedimos porque nos gusta la copa de las
compañeras de mesa, una piña colada decorada, bonita aunque inapropiadamente,
con una fresa; la camarera, una inglesa desganada, nos sirve nuestras copas
decoradas con una lima, pero ante nuestra decepción compartida nos trae dos
fresas en un platito.
De una manga llamada
Wikipedía me saco el As de cómo Hitchcock explica en el libro-entrevista con
François Truffaut, el origen de la palabra MacGuffin:
“La palabra procede
del music-hall. Van dos hombres en un tren y uno de ellos le dice al
otro “¿Qué es ese paquete que hay en el maletero que tiene sobre su cabeza?”.
El otro contesta: “Ah, eso es un McGuffin”. El primero insiste: “¿Qué es un
McGuffin?”, y su compañero de viaje le responde: “Un MacGuffin es un aparato
para cazar leones en Escocia”. “Pero si en Escocia no hay leones”, le espeta el
primer hombre. “Entonces eso de ahí no es un MacGuffin”, le responde el otro.”
Esta conversación me
recuerda a la que Bogart tiene en Casablanca, no le veo yo a
Humphrey haciendo cosas que no lleven a ninguna parte, pero será mi mitomanía:
Claude
Rains: ¿Por qué demonios vino a Casablanca?
Humphrey Bogart: Mi salud. Vine a tomar las aguas.
Claude Rains: ¿Qué aguas, las del desierto?
Humphrey Bogart: Al parecer me informaron mal.
Humphrey Bogart: Mi salud. Vine a tomar las aguas.
Claude Rains: ¿Qué aguas, las del desierto?
Humphrey Bogart: Al parecer me informaron mal.
Supongo, que hay
miles de ejemplos en la vida. Detonantes que te llevan a lugares que a priori
no concebías como sitios en los que tú pudieras habitar. Inicios de ovillos,
tramas sin importancia que te hacen dar el primer paso.
Eso nos lleva a W y a
mí, por aquellas extrañas relaciones mentales que hacemos, a hablar de la
diferencia entre nostalgia y añoranza. Y sin ningún fundamento científico ni
etimológico se nos antoja que “nostalgia” corresponde a eso que no
ocurrió, al “hubiera podido ser”. Al MacGuffin de las relaciones. Queremos,
y lo intentamos sin éxito, encontrar una palabra que defina ese deseo
incumplido más allá de la palabra “nostalgia”, lo dejamos en lo que nos da por
llamar “profundo subjuntivo”.
Los profundos
subjuntivos son primos hermanos de los “tal vez” y coincidimos que es una
bonita palabra en todos idiomas que conocemos, que son pocos, claro.
Hartos de profundos
subjuntivos y de maybes queremos reivindicar la felicidad y los finales
felices, no queremos más finales tristes ni actores oscarizados por la
tragedia.
W no recuerda “¿Qué bello es vivir?” y se la explico. ¿Cómo sería la vida
de los demás si no hubiéramos nacido? Nos parece que no cambiaría tanto,
callamos y por aquello de no darnos a más piñas coladas sin fresas, decidimos
que algo sí debemos influir en nuestras familias, en nuestros amigos, en
nuestro entorno… no sé si nos lo decimos muy convencidos…
El título del que no te ibas a acordar, W, es “La vida es un milagro” de
Kusturica –pronunciando la “c” como una “z”-.
El taxista me desea suerte. Ójala sea esto un MacGuffin, pienso, la suerte como
detonante de todo lo demás.
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