Si me acompañas

Ahora estoy leyendo La Divina Comedia, ya sabes, de Dante Alighieri, si te apetece, me acompañas.

miércoles, 31 de julio de 2013

Tal vez, seamos hormigas



Cuando esta mañana le he preguntado a P sobre cuál es la fórmula correcta entre “olor de” y “olor a” todavía no sabía qué iba a suceder durante el día, no sabía aún que todo iba a tener que ver con esa duda, sobre todo, con “a”.
 
Algo es el olor de algo cuando es específico. Un sofá de cuero huele a sofá de cuero. Es olor de cuero. Algo huele a algo cuando lo recuerda, aunque no lo sea, es un olor evocador. Me ilustra P. Qué poco poético en su ejemplo, pienso. Pero me resuelve la duda y le doy las gracias.

Con M hablamos de Gioconda Belli  -L me llevó hasta ella hace mucho tiempo, el mismo L que quiere que escriba sobre su vida, su familia, sus recuerdos-. También de poesía, hablamos con M, y  me regala la idea de ser como alambiques que nos nutrimos de poesía y luego la destilamos. Hasta que propone un gran tema encerrado en una palabra: “nostàlgies”.

G me llama para despedirse, mañana vuelve a Italia. Las pantallas no me sirven. Aún así, nos llamaremos e, incluso, comeremos juntas de mentira vía skype algún día para engañar a la distancia. Siento nostalgia anticipada.

 F habla de “El cielo sobre Berlín”: “Es fantástico vivir como un alma y ver día a día la eternidad de las personas siendo testigo de lo que sienten, pero, a veces, la existencia espiritual es poco para mí. Quisiera dejar de vagar suspendido en el aire, sentir mi propio peso, poner límite a mi infinidad y atarme a la tierra. Quisiera decir en cada uno de mis pasos, en cada ráfaga de viento: ahora… y ahora y ahora. Y no decir “para siempre”, “hasta la eternidad”. Ocupar un puesto en la mesa y jugar a cartas, que me saluden, aunque sea con un gesto…”

J que ha tirado su sofá por demasiado cómodo - ¿de cuero, quizás?-, recuerda una de las canciones más dolorosas de Queen. Sí, hay canciones que duelen, puede que se trate de la nostalgia… no sé.

Una más:
Hace años que no veo a N ni sé nada de ella, hoy me escribe a través de Facebook. Y chateamos. Me cuenta cómo le va, que pasará por Barcelona. Que habremos cambiado, le digo yo, pero que en los bares siguen sirviendo cerveza. Y que nos tomemos una. No habremos cambiado tanto, dice. Espero que sí y que para mejor, le contesto
.
N por la época en la que tratamos -hace más o menos una eternidad- y parece que ahora también, se encuentra estrellas por la calle, estrellas de cartón, plástico, lo que sea; además yo le entregaba las pocas que encontraba. Un día le dije que a partir de entonces ya no le daba más, que igual ésas eran ya para mi… N tiene la postal en la que yo le escribí mi renuncia junto a la última estrella que recogí para ella, colgada en la pared junto a su mesa, a la altura de los ojos cerca de donde escribe y la ve cada día.
Ella sigue encontrándoselas, yo no, yo me encuentro viejos amigos por el facebook, o tampoco, de hecho son ellos los que me encuentran a mí.
Por algo será, decimos las dos, refiriéndonos a las estrellas… y a los amigos.  

Tal vez, seamos hormigas, aunque prefiero que seamos pájaros.

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