My Sweet Lord

Eran tiempos de adolescencia, secretos y walkmans. Cuando no me había dado cuenta aún de que el mundo podía ser un lugar tan desastroso, cuando era casi el principio de todo, cuando no conocía mucha de la gente que conozco (algunos ya sí) y estaban en mi vida quienes pensé "para siempre" y mirapordonde duraron la adolescencia no más, eso sí una adolescencia, como todas las de mi generación, más larga de lo debido.
Mj y yo hablábamos por teléfono durante horas de cosas importantísimas que no recuerdo. Sí recuerdo, sin embargo, que teníamos una contraseña por si sus padres o los míos pasaban cerca de donde nosotros nos contábamos tantísimos secretos. Eran tiempos de teléfono fijo.
Decíamos cualquier cosa que tuviera que ver con los, entonces los artículos eran en castelllano, Beatles. Noticias, canciones o tarareos. Todo valía a modo de ahoranopuedocontartemás como alternativa a "monos en la costa", ¿o eran moros los que estaban en la costa?
En fin, la belleza del teléfono fijo y Ringo Star.



En cuanto tuvo casa, C se compró un teléfono fijo igualito al que tenía mi abuela, el mismito que aparece en El crimen perfecto. Margot, Grace Kelly en la película de Hitchcock, sobrevivió, pero el teléfono de mi abuela no. L y D lo rompieron jugando a fútbol en el pasillo, pero eso es otra historia.

A, con el que hablo muy pocas veces por teléfono, pero con el que mantengo, esas pocas veces, largas conversaciones, me regaló un día descubrir esta canción, le pone de buen humor dice, es una de esas canciones que te hacen sentir bien.

La canción, aunque ya no oculto cosas a mis padres ni hablo con Mj, es de George Harrison.

http://www.youtube.com/watch?v=wynYMJwEPH8