Si me acompañas

Ahora estoy leyendo La Divina Comedia, ya sabes, de Dante Alighieri, si te apetece, me acompañas.

lunes, 28 de marzo de 2011

Odio cuando hace sol y yo estoy triste

Le acaricia la cara y le dice que aún está tan suave, tan suave como entonces, tan suave como siempre. Que siempre fue tan guapa. La mira e intenta aferrarse a su piel, a lo que son, a lo que han sido. Ella sonríe, aunque le cueste, aunque lo que desea es girarse y llorar, pero le atrapa esa sensación de recelo, de aprovechar todo el tiempo, el poco tiempo que quizás les quede. Ella lo intuyé, pero no lo sabe. Él lo sabe, pero hace que no.

Y aunque lo oigamos, no podemos entender lo que sienten los que compartieron tantas cosas y tanto tiempo. Tiempo. Tiempo. Tiempo en las fotos, en el recuerdo, en las palabras, en la piel, en la mirada, en los años que han pasado y que resultan tan pocos. Tiempo que se va sin poder hacer nada.

Si pudiera agarrarlo con los puños, con el alma, pero no hay esfuerzo que valga, no hay deseo que se cumpla, aunque lo haya pedido en todas las velas de todos mis cumpleaños desde hace tanto. Ya no hay fuerzas. Solo poco tiempo y, gracias buen Dios, mucho, tanto, un gran amor.

No hay lágrimas que expliquen el dolor del alma, no hay suficientes lágrimas para llorar una despedida, injusta y terrible, como lo son todas.

No hay consuelo, sólo tiempo que atenua las heridas. O eso dicen.

1 comentario:

  1. Como dice la mujer de la cara aún suave pero erosionada por las lágrimas, en un día de lluvia se te permite llorar y pasan desapercibidos tus lloros.Yo prefiero hacerlo mientras nado, así el cloro me es cómplice.

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