Si me acompañas

Ahora estoy leyendo La Divina Comedia, ya sabes, de Dante Alighieri, si te apetece, me acompañas.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Audrie III




Dicen que el cuerpo humano es sabio.
Yo,
sin embargo,
a veces pienso que tiene errores de diseño.

No estaría de más añadir ángulos de visión, por ejemplo, si pudieramos mirar desde arriba o en contrapicado, sin duda afectaría a nuestro comportamiento y decidiríamos el modo humilde o arrogante o condescendiente, según el momento, la situación o la compañía.
El cuerpo humanosabio tiene fallos de diseño, a mí me gustaría desaparecer o brillar según el día, crecer o menguar dependiendo del instante y no estar anclada a un estado y una estatura.
Me gustaría que no existiera el dolor ni el deterioro físico, pero aún menos el picor, exento de cualquier nobleza y sentido. O, al menos, que no picara siempre en los mismos lugares -a mí en un punto concreto de la espalda y en el codo, también en el dorso de la mano izquierda y detrás de la oreja derecha-.
Veo absolutamente necesario que los huesos sean de un material más resistente, que el organismo no detecte el chocolate y que las hormonas no se lo tomen todo tan a pecho.









Estaría bien poder hacer crecer el pelo como a las muñecas de Jesmar y encoger los pechos para correr o dormir boca abajo. Y que la boca estuviera sobre los ojos para que al llorar no desconcierte su sabor salado.





A propósito de la entrada anterior sobre Annie Hall, las risas enlatadas y las jardineras de uralita gris con geranios, P y yo imaginamos.
Después de leer sobre jardineras de uralita y su efecto tóxico producido por el amianto, imaginamos. E imaginamos, dados como somos a la ciencia ficción, que mutamos y, dado como somos a los libros infantiles ilustrados, lo hacemos en un topocangrejo o un pato con orejas de león.
Y
como decidimos plantar una lechuga, dados como somos a las plantitas, hemos pensado ofrecer a nuestros amigos una buena ensalada, para entonces también habremos plantado tomates o fresas (que están muy ricas en una ensalada) y juntos a la mesa mutar en lo que a cada uno le venga en gusto o lo que a la madre uralita le apetezca. Tal vez así mejoremos el diseño del cuerpo humano o le demos al menos otra vuelta de tuerca.

Audrie III es el nombre de la lechuga en cuestión, en homenaje a La tienda de los horrores, de la que rescato esta maravillosa escena, por cierto que se la prometí a mi dentista.



















P cree que la lechuga está creciendo mucho porque le da el sol.
Yo estoy convencida de que es cosa de la
uralita.

Aunque uralita no es uralita, sino Uralita, pues es una multinacional.
Y lo que llamamos uralita es, en realidad, fibrocemento, vayapordios.



2 comentarios:

  1. No es una lechuga, es un brocoli o algo parecido!

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  2. A ningún ingeniro se le ocurriría colocar un parque de atracciones al lado del vertedero. Dios es un mal ingeniero, definitivamente.

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