

Como una postal de Navidad o una felicitación de cumpleaños a los amigos uno, si quiere, puede enviar a sus seres noqueridos un bonito poema como éste de Oliveiro Girondo. O, al menos, escribirlo.
Un poema a modo de maldición.
Que conste en acta, señoría, que no se lo dedico a nadie.
"Que los ruidos te perforen los dientes, como una lima de dentista, y la memoria se te llene de herrumbe, de olores descompuestos y de palabras rotas.
Que te crezca, en cada uno de los poros, una pata de araña; que sólo puedas alimentrate de barajas usadas y que el sueño te reduzca, como una aplanadora, al espesor de tu retrato.
Que al salir a la calle, hasta los faroles te corran a patadas; que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte ante los tachos de basura y que todos los habitantes de la ciudad te confundad con un meadero.
Que cuando quieras decir: "Mi amor", digas: "Pescado frito", que tus manos intenten estrangularte a cada rato, y que en vez de tirar el cigarrillo, seas tú el que te arrojes en las salivaderas.
Que tu mujer te engañe hasta con los buzones; que al acostarse junto a ti, se metamorfosee en sanguijuela, y que después de parir un cuervo, alumbre una llave inglesa.
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto, para que los espejos, al mirarte, se suiciden de repugnancia; que tu único entretenimiento consista en instalarte en la sala de espera de los dentistas, disfrazado de cocodrilo, y que te enamores, tan locamente, de una caja de hierro, que no puedas dejar, ni un solo instante, de lamerle la cerradura."
Yo creo que el antídoto para esta maldición
es que todos digamos
"pescado frito" en lugar de "mi amor"
desde ahora mismo.
http://www.youtube.com/watch?v=-lWyKm6dqCk&feature=related
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