Si me acompañas

Ahora estoy leyendo La Divina Comedia, ya sabes, de Dante Alighieri, si te apetece, me acompañas.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Superman


















Me gustan los superhéroes, seres que tienen que enfrentarse a todo, incluso a sí mismos. Seres que creen en el bien y que luchar por ello vale la pena. No es un época muy de superhéroes ésta, me temo.






















En Es un pájaro... al protagonista le encargan dibujar una nueva historia sobre Superman. Él quiere rechazar la propuesta. Cuando su abuela murió de una extraña enfermedad nerviosa, su padre les compró, a él y a su hermano, un cómic de Superman que tuvieron que compartir. Después cuenta: "lo curioso es que, después de aquel día, dejaron de gustarme los cómics. Me recordaban al olor del alcohol y a la gente enferma con varices en las piernas..."

Recuerdos contados tan borrados y confusos como aparecen en su mente, un misterio planeando sobre las viñetas, pero que en la página 67 (de las 126 que tiene el cómic)no sabemos aún, metaliteratura o metasuperman, cotidianeidad bien explicada a través de ráfagas explicativas e ilustración, una extraña enfermedad hereditaria, un padre desaparecido y un hermano apenas nombrado. Esos son los ingredientes.

Lo que me ha sorprendido es que hace un año escribí un cuento acerca se Superman y, aunque salvando las distancias, que a mi cuento le faltan unas vueltas más, coinciden en muchos elementos.

Un fragmento de mi cuento:

Cuando mi hermano y yo jugábamos a superhéroes, él prefería ser Superman. Yo nunca. Ahora me parece una señal, en aquel momento sólo pensaba que Batman era mejor. Tal vez porque su vestido era un poco menos ridículo, más elegante, a pesar de las orejas, tal vez porque yo prefería ir en coche que volar. Mientras mi hermano jugaba a surcar los cielos yo iba, poco a poco, deseando ser el hombre invisible. Sin conseguirlo.
No sé como jugaban los otros niños, pero nosotros inventábamos verdaderos guiones donde el bien siempre vencía y moría algún jarrón. Sacábamos la inspiración de los cómics que leíamos. El mejor lugar para leer cómics era debajo de la mesa del comedor. Entre el suelo alfombrado y el techo de madera. Era una de esas mesas que pueden abrirse si vienen invitados. Pero a parte de mis tíos, algún domingo, y mis abuelos generalmente no venía nadie. Así que entre los raíles de la mesa desplegable que nunca se desplegaba podía dejar los cómics hasta que fuera a leer bajo su vieja barriga de madera.






En esta página se puede ver la reseña escrita por David Fernández,los detalles técnicos y la bibliografía de los autores de este cómic editado por Planeta De Agostini: http://www.zonanegativa.com/?p=3195

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