Si me acompañas

Ahora estoy leyendo La Divina Comedia, ya sabes, de Dante Alighieri, si te apetece, me acompañas.

miércoles, 7 de octubre de 2020

Ruda


En otras ocasiones de mi vida, ha ocurrido algo similar, sin embargo, esta vez tiene tintes de algo muy nuevo, me refiero a sentir que se acaba una etapa, que las motivaciones y los retos que sostenían hasta ahora mis días, ya no lo hacen. No es algo intelectual, es un sentir. Tal vez una intuición, un recuerdo futuro. De ahí que me decidiera este agosto, aunque la idea me rondaba hace tiempo, a hacer una dieta con plantas, guiada y sostenida por Víctor.

Al tomar la decisión, empieza el juego, muchas ganas y un tanto de respeto por el viaje y por las lateralidades que eso provoca; alguna resistencia que se salvó con relativa facilidad. Y el "ahí vamos".
Del 8 hasta el 23 de agosto. 15 días en los que, como explicaba a los cercanos, desde la austeridad y el silencio dejaría atrás una etapa, desde el agradecimiento y con conciencia, para dar paso a algo nuevo que busca nacer. Que fácil es hablar de "lo nuevo", y que escucha necesita, realmente, tomar "lo nuevo". Transitarlo, atreverse, porque como nuevo, no reconozco que sea para mí, que sea mi camino. Ni siquiera lo veo. Aunque esté, a veces, hasta con simbólicas letras de neón señalándose.

 

 


 

Llegar a casa de Víctor y Gemma es siempre llegar a casa. Fácil, bonito, cómodo, libre... no la comodidad de la dejadez, sino de la acogida. Y ahí empieza el viaje.
Los primeros días son de ir llegando al espacio y al propio cuerpo, es soltar los pesos fáciles, y abrocharse el cinturón de despegue, es tomarse el pulso. Luego, los baños, la toma y el contacto con la planta, en mi caso, la Ruda, me llevaron a otro tramo del camino. Amiga, hermosa y sabia Ruda, como yo le llamaba en esos días. La comunicación con la hermana Ruda es rica, creativa, ¿qué más puedo decir? Se parece a un álbum de fotos, a miles de ventanas del ordenador abriéndose, a una canción tarareada, a muchas lágrimas, a un silencio compartido, a un gesto, a un beso de los primeros besos, a rincones aparentemente olvidados de la vida, a una caricia, a una verdad sin juicio, ... Recuerdo a Víctor, diciéndome "pregúntale a ella", cuando surgía una inquietud, "cántale, háblale y escúchala". Y eso hice. Le escribí, le dibujé, hablé con ella. Y claro, la escuché... Ahora hablo sobre ella como quien habla de una amiga cercana. Así lo siento, es loco y orgánico, es extraño y muy sencillo a la vez.
Me emociono, porque fueron días muy hermosos, de intimidad, de recogimiento, de naturaleza, de conexión, de bella soledad, de tiempo. Me emociono porque aunque me acompaña, la echo de menos, aunque está en mí.
Me contó, me susurró, me hizo cantar y dibujar y escribir tantísimo. Y como dicen que pasa la vida frente a ti en el momento de la muerte, así me sentí, en el juicio final; que no es juicio, que es observación, revelación, comprensión. Muriéndome, mientras agradecía, lloraba o reía; mientras me contaba de mí y de mi historia. Muriéndome para volver a la vida. 
Recuerdo el día en el que el gallo Paco cantó y me fue regalado un amanecer, y las lluvias de estrellas; las arañas hermosas y el presente constante. La sensación de ser una suertuda por poder vivir ese momento exactamente de esa manera. La gratitud por encontrar a personas generosas en mi camino que hacen posible algo así, sencillo y enorme. Recuerdo a la Ruda del mundo animal y a Rolo, el gato, el huerto y las luchas internas, un momento de gozo, y el descoloque. Mis demonios reconocidos, presentándose ante mí con sus nombres completos. Mi cadera contándose. Mi boca pronunciando palabras que en su día no dije. Lecturas, sueños, fantasías y conversaciones. Y un perdón que lo cubría todo y tantas otras cosas que me guardo por timidez, por pudor.
Recuerdo expresar ante la naturaleza que me acogía, ante la Ruda que me acompañaba, cerquita, creativa y cuidadosa, mi pregunta y mi deseo con pasión y hasta exigencia, con la certeza de que la pregunta y la disponibilidad abren puertas.
El último día, los últimos, sentía que estaba en la recta final, ya de regreso, que quedaba poner un punto al trabajo hecho, que acabaría de recoger los frutos al volver a casa y poner orden. Sin embargo, el punto final, fue para mi el principio, un momento indescriptible de una comprensión mayor. Cuando creía que iba a entender, asegurar, poner cimientos a lo que vendría, justo entonces los cimientos cedieron y nacieron más preguntas, los frutos estaban hechos de un material nuevo. Y un nuevo nocamino parecía vislumbrarse, esa era la no respuesta a mi pregunta. Mi petición, paradójicamente, era escuchada y respondía de esta forma, la forma perfecta.
Dejo mucho por contar o, tal vez es al revés, conté demasiado.
Aún así, me quedan cosas en el tintero, como que la comunicación con seres de otros reinos nos revelan partes de nosotras; que no es esa "utilidad" de las plantas, pero sí su entrega y servicio. Que a más silencio, más fácil es escuchar la vida. Y que la vida no está fuera.

Me llevo en el cuerpo amor, alegría, dulzura en el corazón y fe. Y más preguntas que cuando llegué. Gracias por tanto.

 

 https://amoryayahuasca.blogspot.com/    

 

 

 

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