No siempre una quiere hablar de lo que tiene que hablar y
hace como Jonás, huir en dirección contraria a Nínive, y se va y camina, y
acaba en el vientre de una ballena, y…
sé lo que le pasa a Jonás, pero no sé lo que me pasará a mí, a veces,
incluso dudo de cuál es mi Nínive, pero sé que existe.
Puedo decir que mi camino es la palabra, parece extraño
dicho así, pero a mí me resulta muy familiar. Haga lo que haga me lleva la
palabra a todas partes, o me llevan hasta ella llegue desde donde llegue. Es
extraño. Pero si hay una cosa firme en mi vida, es ella. La palabra dicha,
escrita, oída, contada… tiene para mi poder de sagrado, y cura como la mejor de
las medicinas. Estar en ella me reconforta, jugar con ella me divierte, crearla
es mágico y atender a su uso es puro servicio.
Por eso en este año que empieza, me pongo ante ella y que
sea entonces su fuerza y su magia, su manera sagrada de ser y su autoridad
humilde la que me muestre el camino, que siento como si ya estuviera trazado.
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