Si me acompañas

Ahora estoy leyendo La Divina Comedia, ya sabes, de Dante Alighieri, si te apetece, me acompañas.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Si és que hi ha casa d´algú

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Los amigos de los amigos entran siempre por la puerta grande. 

Por eso cuando la amiga de C resultó algo brusca con las palabras, cuando su tono era abrupto e incómodo mi primera intención fue la de huir de aquella aspereza en dirección contraria y lo más rápido posible, sin embargo, más tarde sentí que debía darnos una segunda oportunidad, a ella y a mí; que las personas, a veces,  necesitan acomodarse las unas a las otras. 
Como hay puertas que se abren a la primera, las hay que no. Como hay zapatos que se adaptan a nuestro caminar como un guante, los hay que no… Es cierto que hay algo de magia en que alguien nos guste a la primera, que una persona, de repente, sin apenas conocerla te sea familiar y que con el tiempo aún se pueda ahondar más en esos sentires. Sí, eso es fácil, es bonito y está bien, pero ¿qué hay del poco a poco?  


Hay relaciones que precisan de más escucha y, a veces, nos cuesta, porque se salen de nuestras inercias, porque requieren un poquito de esfuerzo; tal vez porque nuestras cabezas tienen planes que no todo el mundo quiere cumplir - por suerte-; pero vale la pena abrir la puerta, dejarla entornada, al menos, pues las personas que llegan a nuestra vida, los amigos nuevos, nos traen preguntas y dudas, rutinas que se rompen y pereza que debemos quitarnos de encima y la posibilidad de volvernos a explicar; de actualizar quienes somos, de mirarnos desde fuera y desde dentro. De reinventarnos. 





No importa la edad que tengamos, ni lo mucho que nos sintamos seguros con nuestras maneras de hacer: unos ojos nuevos, son una oportunidad de mirar de nuevo y mejor, más actual y adecuado a quienes ahora somos, lo que nos habita y lo que nos rodea.


A veces, pasa que al que tenemos enfrente es un amigo de siempre al que vemos distinto y debemos re-conocerle,  agudizar la escucha o achicar los ojos para entenderlo por primera vez,  para mirar diferente… que “lo de siempre” ya no nos sirve. 

Hace años un amigo, de esos que entran por la puerta grande, me comentó que en la vida hay personas con las que puedes llorar y siempre estarán dispuestas a escuchar y a ser bálsamo. Otras, con las que compartir las risas y los éxitos, que no es tan fácil como pueda parecer, ni lo uno ni lo otro, no todos reímos de las mismas cosas, compartir el humor es también compartir carácter y alegrarse por el éxito ajeno, sea cual sea tu situación, requiere generosidad y templanza.  Seguía J diciendo que había amigos que reunían las dos posibilidades. A esos había que cuidarlos como el regalo más preciado. 

A mí me gustaría añadir a esos amigos que te dicen la verdad aunque duela; a esos que te ayudan a crecer y ser mejor persona; a esos que han estado siempre ahí y son tu historia de la misma manera que tú formas parte de la suya;  a esos otros que saben quién eres y cuidan de ti y un día te descubres sintiéndoles familia.
Recuerdo a otro buen amigo, de esos que entran sin avisar y se instalan en tu vida solo el tiempo necesario, que me dijo: “Mi mejor cualidad son mis amigos”. 

Pues eso.






 

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