N y yo quisimos crear un grupo de punk rock intelectual, la
primera canción iba dedicada a Molly, del Ulises de Joyce, siempre fue más divertido
crear las letras que cantarlas… y en eso se quedó nuestro grupo, en un recuerdo
del que reírnos al traerlo a la memoria. Aunque nuestra mejor canción siempre fue la cubana Camisita sin botones.
Si yo fuera Ulises, si yo hoy contara mi vuelta a casa,
tendría que decir que volvía con un sobre bajo el brazo que contenía una
radiografía mía, que paré en el hotel Vía Augusta donde E me traía un regalo de
N. Caviar, pues el regalo viene de lejos; pescado seco, que me apasionó cuando la visité, y ella, de memoria cariñosa,
recuerda; y tres imanes de los tres viajes que ha hecho N este último año, a Usa,a
Grecia y a casa - otra Ulises- Moscú, y una tableta de chocolate, no una
cualquiera, una que se llama “inspiración” y que tanto nos inspiró cuando
pasamos tiempo juntas, N y yo, en un mayo de hace ya unos años.
Seguí mi camino y entré en el cine porque una película que
habla de mirar, de ser honesta y de crear, me buscaba.
Subí a casa por la
columna vertebral de Gracia, la calle Verdi, y al llegar di un mordisco a la
inspiración para escribir estas líneas, que no hacen justicia a la extraña
imagen y al atisbo de sonrisa que suponía mi cuerpo errante con una bolsa de
plástico llena de recuerdos y una radiografía de mi columna.
Nat, lo mejor ha sido tu carta que me trae tus letras y un
montón de amor. ¡Brindo por ti! Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario