Si me acompañas

Ahora estoy leyendo La Divina Comedia, ya sabes, de Dante Alighieri, si te apetece, me acompañas.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Un corazón que sienta




Mezclo dos lecturas a priori de difícil combinación Amors altament perillosos de Walter Riso y Constructores de monstruos de Javier Tomeo. Mientras los leo, me doy cuenta de que, de alguna manera, ambos hablan de monstruos y de amor, tal vez podrían titularse: Monstres altament perillosos y Constructores de amor, pero sólo tal vez.

Tomeo me lleva a un laboratorio donde dos principiantes intentan crear un monstruo. No tienen cadáver aún, pero hacen el boceto para cuando den con uno. Le llamaran Karolus, con K y no con c, y será un monstruo selectivo que será implacable con los adultos, pero tierno y dulce con los niños enfermizos, de tez pálida y grandes orejas. Deciden que le pondrán 8 ojos para que vea bien y no vaya por ahí tropezando, deciden que no salivará, y que será incapaz de llorar. Deciden muchos pormenores más, tienen tiempo… Deciden que le pondrán el corazón en un lugar menos tradicional, pero más operativo, que ni siquiera los monstruos pueden prescindir de corazón, que todos necesitamos uno, aunque sea de mala calidad.

Walter Riso habla de los diferentes estilos de mala calidad de corazón, los cataloga en:
Histriónico, desconfiado, subversivo, egoísta, perfeccionista, violento, desvinculado, caótico.
Cuenta cómo reconocer o reconocerse en cada uno de ellos, pone ejemplos y cómo detectar antes de enamorarse qué estilo de amor peligroso es el de aquella persona en la que te has fijado.

-¿Y si después de abrir el pecho del primer cadáver nos encontramos con un corazón demasiado grande, o demasiado pequeño?

A los monstruos les es difícil encontrar pareja, dice el protagonista de Tomeo, así que habrá que fabricar una monstrua a medida, decide. Y pienso yo si Riso no podría haber caído en ello y dar soluciones amables, instrucciones, al menos, también si el de mala calidad es nuestro corazón. 

 -Abriremos todos los cadáveres que sean necesarios hasta que encontremos el corazón adecuado.

Riso no habla de ello, pero Tomeo que divide entre monstruos por defecto y monstruos por exceso, encuentra una misión moral a la fealdad de los monstruos: hacer parecer más guapos a los feos cotidianos. Son restauradores de la moral ciudadana, a modo de consuelo o bálsamo. Porque

 ¿Qué significa nuestra pequeña fealdad cotidiana comparada con la de un buen monstruo?

En cualquier caso, lo peor de monstruos y amores es cuando llueve, pero no eres tú el que se moja.

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