En la ciudad oscura siente frío y un desconsuelo difícil
de bautizar. Una soledad del tamaño de un olivo de 100 años le llena el
corazón, las raíces le bajan por los pulmones sin dejarle respirar y llegan
hasta el estómago mermándole el apetito. No recuerda cuándo lo plantó, tal vez,
se trate de una semilla perdida que se hizo árbol al llegar la primavera. No
consigue entender cómo creció tanto en tan poco tiempo. Y se pregunta qué debe
hacer. Si regarlo a lágrimas o talarlo de raíz. Busca en google casos similares,
pero solo encuentra fotos de corazones de olivos y no de olivos en el corazón.
Pensaría que es una locura, sino fuera por las radiografías.
El médico no parece sorprendido, pero no sabe decirle otros pacientes con la
misma dolencia. Y le receta unas bolitas de homeopatía.
Hace demasiados años que crece mi ciprés. Al principio, como tu olivo, solo era una semilla a la que inadvertidamente alimenté. No me he atrevido a talarlo.
ResponderEliminarEspero que la homeopatía funcione. Es la magia de las pequeñas cosas.
El ciprés es un buen árbol para llevarlo dentro, aunque espero que la homeopatia nos funcione.
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