Callejeando encontramos, por casualidad, si es que aún creemos en ella, una sala de exposiciones, Jose Guerrero, y allí nos cuentan y muestran sobre refugios, entre bosques, de artistas y pensadores.
Grieg, Hamsun, Mahler, Dylan Thomas, Virginia Wolf, Heidegger, Strindberg... Estos y otros asrtistas tuvieron sus Cabañas para Pensar diciendo, una vez más, lo importante que es el espacio, la intimidad, el asolasconunomismo a la hora de crear.
En Un cuarto propio Virginia Wolf dice: "Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir ficción".
También me quedo con la humildad que roza la pobreza, proclamada desde el ejemplo, de Bohumil Hrabal, ausente en esta exposición de Granada. Sobre él leí hace tiempo: "Siempre decía que un escritor tenía que ser una persona humilde y debía tener el mismo nivel que una persona normal y corriente. Él nunca dejó de ser humilde, por eso en su chalet de campo, muy pequeño y pobre, no tenía ni siquiera agua corriente".
Pobre y divertida la anécdota que cuenta una de sus traductoras, Monika Zgustova, a la que conocí en la Universidad de Barcelona, sobre su primer encuentro con Hrabal:
"Fue un encuentro muy triste porque su mujer estaba muy enferma, tenía cáncer. Y Hrabal estaba tan, tan apenado que casi no veía a la gente. Pero al mismo tiempo era muy entrañable todo, porque Hrabal recibió un plato típico checo, y con un par de cubiertos y una sola cerveza lo hizo circular por toda la mesa donde me encontraba yo, un amigo con quien había venido y otros invitados, y todos comimos del mismo plato, con el mismo cubierto y bebimos del mismo vaso de cerveza".
A ustedes siempre, dice la camarera del bar Los caracoles cuando le damos las gracias.
Pues eso.
Bernard Shaw instaló su pequeña cabaña de escritura sobre una plataforma giratoria para aprovechar al máximo las horas de luz natural.
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