Quizás por su sencillez. O porque yo también estuve allí.
La primera vez que lo leí, me pareció bellísimo y tristísimo.
Hoy me sigue estremeciendo.
Es de José Angel Valente en No amanece el cantor:
"Ni la palabra ni el silencio. Nada pudo servirme para que tú vivieras"
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