Le digo que por qué no desayunamos en el terrado y le parece buena idea, así que subimos con las tazas llenas y mucho cuidado de no ensuciar la escalera. Hace sol, mucho sol y aún así el café se enfría. Recogemos la ropa ya seca que tendimos ayer tarde y, mientras las pinzas de colores se van a descansar, nosotros charlamos de nadas.
suerte!
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